28 de agosto de 2013

Reencuentro con los Viejos Amores


Bueno, he ido confirmando en el tiempo que gran parte del placer que extraigo de jugar rol está en la actitud con la que me planteo una partida, ya sea narrando o como jugador. Sin ir más lejos, en estos días comenzamos a jugar un par de partidas de dos juegos que han sido –cuando menos- manoseados descarada e irresponsablemente por la “escena rolera” nacional. Me refiero a Vampiro, específicamente en sistema Antiguo Mundo de Tinieblas. Una partida es de Vampiro La Mascarada –Sabbat en la que estoy como jugador, y la otra es en Edad Oscura, unas décadas antes de la Cuarta Cruzada, al filo del término de la era vikinga, siendo en esta caso mi papel el de narrador.
Debo reconocer que estos eran juegos y sistemas que me tenían más que harto, y las últimas experiencias en distintas mesas y eventos me habían terminado de convencer de no habían buenos narradores para este juego, que se prestaba simplemente para que los personajes se diesen como caja a golpes y disciplinas ultra poderosas y rebuscadas, por lo que al menos para mí ya prácticamente no tenía nada que ofrecer salvo una que otra anécdota de carrete ñoño… especial triste para mí era el caso de Vampiro Edad Oscura, ya que fue mi primer manual original (¡sí, un blister!) y el primer juego que narré, hace ya cerca de 15 años, cuando comencé en el mundillo del rol…
-(suspiros)-

Pero bueno, a lo que iba… hemos comenzado un par de historias y me he encontrado con que lo he pasado extraordinariamente bien, más allá de los prejuicios que había acumulado desde hace ya un tiempo. Claro que el sistema de juego no es perfecto, pero tampoco yo busco perfección sino emoción y evocación, y ambas cosas las hemos conseguido en las dos partidas. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sido que las cosas se han dado así?
En primer lugar claro que está el mérito de Israel como narrador, que nos ha dado unas partidas sencillas, pero evocadoras, fácilmente paladeables y nada sobre cargadas de peleas o balaceras, mucha decisión e introspección… nos ha mantenido en tensión y eso es genial. En segunda instancia, creo que hay algo que es más bien personal y que trataré de señalar de manera sencilla: actitud rolera “zen”, vale decir, jugar el juego tal cual es, dedicarme no a cuestionar las reglas, la historia o los personajes o decisiones de mis compañeros, sino a explorar las experiencias como jugador, mientras que como narrador simplemente he intentado entregar un mundo armado coherentemente y con muchas situaciones donde deban decidir los personajes, para que los jugadores actúen y les den vida. Asimismo, en la mesa la mayoría son novatos prácticamente desde cero en el rol, por lo que no existen los prejuicios que fácilmente se perciben en algunos eventos tanto hacia ciertos juegos como hacia algunos sistemas narrativos en particular…  
Lo genial es que todos nos hemos adentrado a través de la “ingenuidad” y la apertura a ambos juegos y los resultados son evidentes. Todos lo hemos pasado bien, las partidas se han extendido mucho más de lo habitual prácticamente sin cansarnos y hemos quedado, como dije, en “tensión”, metidos y con ganas de continuar… Y yo, de una manera inesperada y bastante romántica –debo admitirlo- me he reencantado con ambos juegos y he vuelto a tomar mi manual de Vampiro Edad Oscura, reencontrándome con su magia y su belleza…


Una conclusión interesante es que si bien el sistema importa –ya lo he dicho en otras partes- es necesario entender por qué importa, comprender que está en función de evocar y generar ciertas experiencias. No son las reglas por las reglas, sino las reglas para equilibrar y transmitir la experiencia. Lo segundo es que una vez más, todo se resuelve con un tema de actitud, tanto personal como del grupo, condición que he ido ratificando una y otra vez en las distintas mesas que hemos jugado a lo largo del año (y han sido bastantes la verdad)...
Termino esta pequeña nota con la alegría propia de un reencuentro con un viejo amor, en la certeza de que me espera mi viejo -¡viejo!- manual, una vez más brillando entre sus compañeros de estantería…


¡¡Saludos y que los dados les sean propicios!!

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