26 de junio de 2013

Deber Cumplido

Menudo momento para que se me acaben los cartuchos...


Nos pusimos las pilas, enfocamos las seseras y se logró: ¡Aventura de La Llamada de Cthulhu terminada!

Por supuesto que queda arco argumental, así como varias líneas para poder continuar la campaña, pero ya la aventura se ha terminado como tal, los personajes han salvado con la cordura más o menos intacta – y que lo diga el personaje de Catalina, que seguro llegó a casa a tomarse unos diazepam o algo más fuerte- y seguro que aún aquellos de los investigadores más odiosos o reservados han creado de una u otras manera un lazo sutil que posiblemente los volverá a juntar en otras ocasiones… 
Así quedó el investigador de Catalina...
 Como parte del análisis crítico que puedo hacer como narrador de nuestra mesa, sólo quisiera señalar algunos puntos y reflexiones personales:

  • Descripción. Me fue extremadamente útil, y claramente sirvió a los jugadores para sumergirse en la experiencia. Sin embargo, modifiqué mi estilo anterior, haciendo descripciones mucho más breves y evocativas, utilizando también bastante lo “sugerente”, por ejemplo a través del silencio de los espacios, la imaginación, etc… resultado: no fue necesario que viesen a ninguna criatura para perder cordura –como investigadores- y asustarse –como jugadores-, y sobre todo, pasándolo bien. 
  • Identidad personal y de personaje: aún cuando los recursos emocionales y narrativos que utilizamos como grupo nos sirvieron para una experiencia genial, me quedo con la sensación de que algo falta en la soltura de la interpretación, y no culpo de esto a los jugadores, pues ellos es primera vez que juegan a La Llamada… Cosas como por ejemplo conseguir que todos los jugadores se puedan disponer a actuar como su personaje, hablar como él o simplemente perder la timidez o interpretar la locura. Obviamente todo grupo tiene sus tiempos y sus procesos, y todo jugador tiene su forma de jugar e interpretar, pero siento que es un nicho que debo explorar como narrador y ver qué puedo mejorar en ese ámbito para ayudar a que mis jugadores se sientan cómodos interpretando a sus personajes, aún cuando estos sean distintos (incluso opuestos) a sus valores o su forma de ser… 
  • Manejo de los turnos y tiempos: en general creo que estuve bastante bien, dando a todos protagonismo y tratando de potenciar la integración y cohesión del grupo. Y eso que eran siete jugadores. Creo que nunca antes había tenido una mesa tan poblada. Debo reconocer que se produjo un caos enorme en algunos momentos, pues el grupo se dividió para investigar y les costó lograr la cooperación, pero como narrador tampoco podría haber forzado la situación  pues habría pasado a llevar la libertad de los jugadores –lo cual habría anulado la sensación de realidad-, y estos finalmente encauzaron por si solos la historia, ya que las pistas sólo podían llevarlos al horror… hombre, que es la Llamada de Cthulhu, no un paseo por el campo…  
  • Mapas, pistas y cartas (material de apoyo en general): aunque digan que es pasado a mierda o lo que sea, me encantan y dan otro toque a las partidas, me gustan mucho y las seguiré utilizando cuando pueda… quizás puedo hacerlas y más amables al lector, pero claramente contribuyen a generar temor, confusión y otras emociones como: ”oh, es demasiada información, qué difícil es unir todo esto…”, “qué demonios significa esto, quizás va por este lado… no sé qué demonios está pasando…” o –esta la citaré textual, pues me encantó- “toma, mejor léela tú…” Más allá de la risa nerviosa del momento, logramos en conjunto  crear esas sensaciones de falta de certezas que sufren los protagonistas de Lovecraft y que tiñen el horizonte de ansiedad. Aunque en un inicio puede inducir al caos este tipo de informaciones, cualquier que haya leído algún relato de Lovecraft sabe que una carta, un recorte, una pequeña pista o un indicio pueden ser el punto de partida para que el horror se desencadene…  
  • Investigación versus acción: claramente este es un juego más lento que D&D, o al menos yo lo narro así y los jugadores así decidieron jugarlo (salvo por Diego, con quien estoy en deuda para la próxima sesión, pero ya nos pondremos al día). Sobre este punto quiero dar un ejemplo que creo es bastante claro: me gusta el ceviche, pero también las papas fritas y el arrollado… sin embargo, mezclar atodas esas cosas en un mismo plato y darme un atracón con ese menjunje estropearía mi apetito y me dejaría con una gastritis galopante, así que cada cosa a su momento… Soy un enamorado de los Dungeons y la Fantasía, pero también del terror y el horror psicológico y cósmico, como ya señalé acá. La Llamada de Cthulhu permite incorporar ambos elementos de una u otra forma, pero cómo ésta fue una aventura introductoria, me pareció necesario que los muchachos de Roleros Maule probaran primero la versión purista. Claro que sería divertido una aventura al estilo Indiana Jones o La Máquina del Tiempo, pero Lovecraft no fue un escritor de acción, nunca sus escritos tuvieron otras escenas de acción que  huidas desesperadas (para mayor información, léanse La Sombra Sobre Innsmouth o En Las Montañas de la Locura) y creo importante respetar y conocer ese espíritu  para ir educando el “paladar rolero”. Eso sí, no duden que pronto podremos probar una versión más pulp, con una modalidad quizás de más acción y en otra “frecuencia” energética y emocional.

En resumen, una buena jornada, una gran historia completada con las geniales interpretaciones de los y las jugadoras del grupo. Según lo que escuche, también compartían mi opinión al respecto con lo que me quedo mas tranquilo y dejo de perseguirme autocríticamente. Espero en otro momento poder profundizar en sus opiniones y gustos, para ir puliéndome cada vez más como narrador. 
A ver si reconocen a vuestro amiguito sin ropa...
 ¿Proyecciones?

Si, damas y caballeros, tengo guardaditos y calientitos un par de mazmorras y mapas, y mi recién adquirido Manual de Monstruos de D&D cuarta edición, ya estoy leyéndolo y sacando varias ideas para encuentros con los que exterminar divertir a los valientes aventureros… Además, dos de nuestros jugadores se han comprometido a narrar sendos juegos para dentro de poco: Diego, con una versión “particular y personal” de D&D e Israel, que ha ofrecido amablemente traernos una historia introductoria a Leyendas de los Cinco Anillosbanzai!)…

Me retiro pues, con la sencilla pero dulce satisfacción del deber cumplido y la certeza de que los dados siguen rodando…

¡Ia, Cthulhu Ftan’g!

14 de junio de 2013

Nostalgia


El pasado fin de semana hemos comenzado la campaña de La Llamada de CthulhuIa´Cthulhu Ftang’!) que pomposamente he denominado La Maldición de los Pilocoyán. Algo de trabajo me llevó investigar, adaptar y escribir, aprovechando además algunas de mis notas e investigación sobre ese pueblo indígena de la séptima región para la historia de De Profundis que juntaba polvo entre medio de mis manuales, notas de campo, planos de dungeons y cuentos escritos o inacabados. De hecho, como ya llevo gran parte de un relato corto que está casi terminado, estoy utilizando esos recursos, y quién sabe, tal vez el propio grupo de juego me dé nuevas ideas para un buen final –o para varios finales- Cuando se trata de horror lovecraftiano, cualquier cosa puede pasar.
Quien me conoce sabe de mi fascinación y admiración por el escritor y caballero de Providence, por lo que se comprende mi alegría. Pero bueno, estoy contento no sólo por el gusto personal de volver a narrar este juego, sino por el simple hecho de jugar y por ver cómo el grupo sigue poco a poco creciendo, diversificándose y gestando nuevas aventuras… aunque aún nuestra organización puede parecer algo caótica desde afuera, sin dudas se ha avanzado y se sigue avanzando en el ánimo de promover y disfrutar este hobbie tan sencillo y tan complejo que es el crear historias.
Lo que de una u otra manera me lleva a lo que motiva este post. La nostalgia de la fantasía. Efectivamente, leyendo algunos artículos y conversando con un par de colegas de ñoñerías, le dábamos la vuelta al hecho de que cada día van apareciendo nuevos autores, nuevos títulos y sagas, juegos de rol, videojuegos, series de animación y un largo y delicioso etcétera… años atrás, apenas si se vislumbraba algo de capital cultural en este apartado rincón de Chile. Pero con el tiempo eso ha ido cambiando enormemente, lo que en mi humilde opinión es un alivio, aun cuando todavía falta por estimular a las nuevas generaciones e insistir con temáticas básicas como la reducción del impuesto al libro y la creación de políticas públicas que nos ayuden a generar un verdadero ocio de calidad…
Pero bueno, no es ese el punto al que quiero llegar hoy, sino al de la nostalgia. Como decía, cada tanto aparecen nuevos materiales y textos, pero curiosamente siempre me encuentro retornando a algún viejo lugar –y sé que no soy el único en ello-, que con su aire fantástico me llama una y otra vez, como si fuera el canto de una sirena, que me lleva a un punto a medio camino entre mi infancia y mi madurez…
Daré el ejemplo que creo más fuertemente grafica este punto… he disfrutado a rabiar la tercera temporada de Game of Thrones, he leído los libros de Martin y paladeado cada personaje y sus matices, he evocado sus paisajes y su cultura, las batallas y las emociones… gocé con Eragon y toda la saga de Christopher Paolini, sintiéndome un Jinete de Dragón más, compartiendo con elfos, enanos y úrgalos, pero…
Y ese es el punto…
Miraba mis libreros unos días atrás y tras unos instantes de dudas volví a ese texto roñoso y avejentado, mil veces parchado y reencuadernado hasta decir basta, recogí y revisé nuevamente el orden de sus páginas, las cuales hace muchos años ya que se encuentran irremediablemente despegadas. Y una vez más volví a comenzar la lectura de La Comunidad del Anillo, del Profesor Tolkien.
Una y otra vez voy a distintos mundos, viajo por el horror, la fantasía, la gloria del combate y la magnificencia y belleza de múltiples reinos y autores, pero la amada Tierra Media una y otra vez vuelve a llamarme, como una madre o una amiga dulce y misteriosa, siempre con nuevos caminos y aventuras para recorrer… los mismos diálogos, las mismas páginas, el mismo final de cada capítulo leídos no menos de 30 veces… y el mismo placer expectante, curiosidad y asombro… todavía me rio con las canciones de Tom Bombadil, me aterro en la Cima de los Vientos y me emociono casi hasta las lágrimas con el Valaquenta y el Ainulindale, ambos textos del querido y no menos ajado Silmarillion
Lo mismo me pasa con el terror. Leo autores, veo películas y series, exploro en mi propia psique buscando las sombras más oscuras y perversas, pero vuelvo una y otra vez al maestro Lovecraft. Una y otra vez escucho el viento gemir entre las Montañas de la Locura, y veo las ciclópeas puertas de la guarida del Gran Cthulhu abrirse… siento el asco al ver las facciones de los monstruosos engendros de la Sombra Sobre Innsmouth y huelo el maligno hedor del Horror de Dunwich…

¿Qué será aquello que me ata y me lleva de vuelta una y otra y otra vez a esos viejos ejemplares, pirateados, escaneados malamente y roídos por el uso y el abuso de un lector enamorado de sus letras? Digo esto con responsabilidad y mi mujer es testigo fiel y paciente de lo que escribo, sonriendo cada vez que vuelvo a tomar mis viejos volúmenes y comentando quedamente “otra vez el mismo libro?... pero si ya lo has leído tantas veces…
Con todo lo dicho, no quiero parecer pedante, ni ponerme en una supuesta posición de letrado, sino que simplemente intento transmitir de alguna manera la pasión y el amor que he sentido y siento por esas historias, las alegrías que me han traído y lo potente que es cómo ellas me han acompañado a lo largo de mi vida. Y no, no han reemplazado mi vida “real” con fantasía, sólo han sido un refugio, mi propia Rivendel, donde puedo, cada vez que quiera, sentarme a leer, cantar, pensar o simplemente reposar junto al fuego. O una agradable mezcla de todas esas cosas… sólo espero que más personas puedan compartir algún día esta dulce experiencia que nuestra propia imaginación nos permite vivir… la experiencia del retorno y la fascinación de la creación fantástica.
Gracias Profesor Tolkien y gracias Mr. Lovecraft por las fantasías concedidas…