En La Frikoteca he leído hace poco un artículo que me dejó de piedra. Dejo acá el enlace, pues dudo poder transmitir la profundidad del mismo y paso ahora paso a comentar lo que el mencionado texto me hizo reflexionar, más que nada para sacarme el empacho que me ha dejado…
Hay un tema que en lo
personal siempre me ha sido complejo: cómo explicar a otros qué es el rol, sin
que te miren de manera rara o que no pienses que eres infantil (bueno, a veces
lo soy) o que directamente te falta uno o dos tornillos… en el lugar donde
vivo, eso no es fácil, ya que si el chileno medio tiene pocos hábitos de
lectura, mucho menos en el Maule. Si, hay excepciones notables, y amigos que
poco a poco he ido conociendo, con los que hemos ido cultivando el hobbie, y
más aún, una buena y genuina amistad… Pero aún así impera una percepción bastante
negativa del ocio (a menos que sean cosas sumamente clásicas) en la gran
mayoría de la población.
Claro que hay muchas
posibles causas. Podemos hablar del deficiente sistema de educación que existe
en el país, de los problemas y prioridades de las distintas familias, de la
falta de actividades culturales y todo un largo etcétera, dentro de lo que
entra lo que podríamos denominar “flojera” o paja mental. Efectivamente, para
la mayoría “entretenido” es sinónimo de “poco esfuerzo” o relajo, mientras que una actividad
que exija de tu parte pensar, crear e imaginar cosas, organizar ideas o crear
un escenario, pareciese ser algo no sólo “aburrido” sino trabajoso o, peor aún,
derechamente “inútil”.
Como si yo jugase rol
o me reuniese con los colegas esperando ganar más plata o conseguir alguna otra cosa…
Es triste y
decepcionante que el simple hecho de pensar y necesitar estímulos mentales
diferentes pueda ser tan mal visto. Y no es algo excluyente de mi ciudad, sino que creo que es algo lamentablemente cultural. De muestra un botón. En todos los lugares donde he trabajado,
cuando me ven llegar o salir con un libro en las manos–cosa bastante común-
siempre surgen comentarios como:
“a mí los libros me
dan sueño… es que yo soy más de hacer cosas…”
“¿y para qué lees
eso?”
“huy, que increíble que tengas tiempo para
eso…”
“parece que estás
aburrido”
"¿no te aburre leer?"
“¿no tienes nada más
entretenido para hacer? (como salir, ver televisión)”
“uy, que eres ocioso…”
Y siempre este tipo de comentarios
son dichos con un cierto tono de condescendencia que te da a entender que en
realidad eres visto como un bicho raro...
¿Por qué? Por ser
“ocioso”. ¡Pero si de eso se
trata!.
De eso hablamos acá, que no se malinterprete. No
de perder tiempo sino de ocio, en su sentido más puro, incluyendo la idea de
crear y de formar cosas con algo tan único como es nuestra mente, y mejor aún,
en el caso del rol, compartimos esa fantasía y creamos algo totalmente único y
nuevo… Cito
acá la tan mentada wikkipedia (no tengo diccionarios a la vista en mi casa y el
RAE, ni hablar), la fuente está aquí:
“Para algunos
autores, el ocio fue asociado, al principio, al término griego skholé y al
vocablo romano otium. Recuperando el significado de skholé, esta palabra
representaba una posibilidad de abstención de las actividades ligadas a la mera
subsistencia. Implicaba, necesariamente, las condiciones de paz, reflexión,
prosperidad y libertad de tener que realizar las tareas serviles y vinculadas a
las necesidades de la vida productiva. Como dependía de ciertas condiciones
educacionales, políticas y socioeconómicas, skholé constituía un privilegio
reservado a una pequeña parcela de los hombres libres. Para Aristóteles, las
personas tenían que aprender a desear el reposo filosófico, pues, es por medio
de él que se tornaría posible alcanzar virtudes. [...] Era el otium con dignidad. Por eso, en lo que
concierne a las personas comunes, otium significaba descanso y diversión
proporcionados por los grandes espectáculos. Esta estrategia hacía referencia a
la tradicional expresión “pan y circo” y tenía como finalidad despolitizar al
pueblo, reduciéndolo a la condición de mero espectador, evidenciando así el
potencial muchas veces alienante de las formas de entretenimiento masivo.” (las negritas
son mías)
¿Se dan cuenta de lo
poco que hemos cambiado en ese sentido durante los últimos 2500 años? ¿Qué pasó
que el ocio sigue siendo algo tan poco “digno”?
Eso es lo que -como
comentaba anteriormente- me decepciona a menudo de la gente, que fácilmente
opina, critica e incluso devalúa sin siquiera haber probado un simple juego de
rol o haber leído a algún autor particular. Es fácil para ese tipo de personas encontrar fome a Tolkien o tratar “La
llamada de Cthulhu” como tonterías infantiles, para luego sentarse
tranquilamente a comentar lo que está pasando en el reality de moda o los
chistes del último capitulo de Morandé
con Compañía. Y ojo, están en su derecho de pensar así. Lo que no comparto es que para ellos/as es fácil y cómodo entretenerse con lo que otros les dan
servido, ideas chatarra que hacen juego con la comida chatarra que los mismos señores
de arriba nos venden.
Es cómodo consumir…
Pero el dicho
dice “eres lo que comes”, y en cierto sentido, también somos lo que nuestra
cabeza consume…
Cultivar tu propia comida, ese si es todo un trabajo. Y en el caso del rol, la
metáfora se aplica plenamente. Crear una partida, un mundo, personajes o
criaturas, ideas y emociones, paisajes, toda esa magia, y luego compartirla con
otros y hacer que esa semilla florezca es una experiencia única, difícilmente
transferible o comunicable, salvo a través de la risa o los rostros emocionados
de los que nos sentamos en la mesa a jugar una partida.
Como dije en otro lugar,
el papel que tienes al frente deja de ser sólo un mapa, ¡es realmente una
fortaleza abandonada! Hay trampas, peligro y riesgo… El dragón rojo que la
custodia te observa fijamente, con ira… ¡Diablos! Fue un combate terrible y
estás herido, pero salvaste a tus amigos… ¡Ah!, por fin has dominado ese
conjuro para invocar espíritus elementales… todo eso tiene una validez dulce,
mágica, a veces aterradora, pero siempre maravillosa. No puedo sino recordar el
prólogo de Aventuras de la Marca del Este, surgido de la pluma de Alex de la
Iglesia, que nos dice con fuerza y visceralidad lo potente que es el compartir
este tipo de experiencias, cómo te marcan y cuánto te entregan…
Para muchos ese esfuerzo
puede parecer estúpido, pero por alguna razón me parece menos estúpido que
simplemente tragarme todo lo que la televisión me ofrece. Por alguna extraña
razón mi cabeza y mi corazón se niegan a consumir sin pensar, aceptando ideas y
sentimientos pre fabricados por otros, que tarde o temprano me llevarán a
consumir eso que me quieren vender…...
Sigo intentando jugar, crear, imaginar y simplemente leer. Sigo siendo ocioso, porque algo en ello me hace sentido, y porque se lo debo a mi hija... los libros, manuales, reglas, sistemas, figuras, mapas o cualquier otra cosa sólo son una herramienta al servicio de algo más, propio de lo que nos hace humanos, y ese es el punto central que nos lleva a disfrutar tanto de simplemente jugar una partida con los amigos.
¿Será esa la magia del rol acaso?
Creo que mis amigos de mi grupo de juego estarían de acuerdo, y la verdad, yo también...
Sigo intentando jugar, crear, imaginar y simplemente leer. Sigo siendo ocioso, porque algo en ello me hace sentido, y porque se lo debo a mi hija... los libros, manuales, reglas, sistemas, figuras, mapas o cualquier otra cosa sólo son una herramienta al servicio de algo más, propio de lo que nos hace humanos, y ese es el punto central que nos lleva a disfrutar tanto de simplemente jugar una partida con los amigos.
¿Será esa la magia del rol acaso?
Creo que mis amigos de mi grupo de juego estarían de acuerdo, y la verdad, yo también...
Excelente reflexión, concuerdo contigo en el valor del ocio, muchas veces subyugado por los discursos institucionales de madures o de control. La verdad es que para mí es vital el ocio junto a la creatividad, son los pilares de mi vida y es lo que me hace ser quien soy :)
ResponderEliminarGracias por compartir tus reflexiones.