14 de mayo de 2013

De Ocio y Broncas Varias


En La Frikoteca he leído hace poco un artículo que me dejó de piedra. Dejo acá el enlace, pues dudo poder transmitir la profundidad del mismo y paso ahora paso a comentar lo que el mencionado texto me hizo reflexionar, más que nada para sacarme el empacho que me ha dejado…
 
Hay un tema que en lo personal siempre me ha sido complejo: cómo explicar a otros qué es el rol, sin que te miren de manera rara o que no pienses que eres infantil (bueno, a veces lo soy) o que directamente te falta uno o dos tornillos… en el lugar donde vivo, eso no es fácil, ya que si el chileno medio tiene pocos hábitos de lectura, mucho menos en el Maule. Si, hay excepciones notables, y amigos que poco a poco he ido conociendo, con los que hemos ido cultivando el hobbie, y más aún, una buena y genuina amistad… Pero aún así impera una percepción bastante negativa del ocio (a menos que sean cosas sumamente clásicas) en la gran mayoría de la población.
Claro que hay muchas posibles causas. Podemos hablar del deficiente sistema de educación que existe en el país, de los problemas y prioridades de las distintas familias, de la falta de actividades culturales y todo un largo etcétera, dentro de lo que entra lo que podríamos denominar “flojera” o paja mental. Efectivamente, para la mayoría “entretenido” es sinónimo de “poco esfuerzo” o relajo, mientras que una actividad que exija de tu parte pensar, crear e imaginar cosas, organizar ideas o crear un escenario, pareciese ser algo no sólo “aburrido” sino trabajoso o, peor aún, derechamente “inútil”.
Como si yo jugase rol o me reuniese con los colegas esperando ganar más plata o conseguir alguna otra cosa…
Es triste y decepcionante que el simple hecho de pensar y necesitar estímulos mentales diferentes pueda ser tan mal visto. Y no es algo excluyente de mi ciudad, sino que creo que es algo lamentablemente cultural. De muestra un botón. En todos los lugares donde he trabajado, cuando me ven llegar o salir con un libro en las manos–cosa bastante común- siempre surgen comentarios como:
“a mí los libros me dan sueño… es que yo soy más de hacer cosas…”
“¿y para qué lees eso?”
 “huy, que increíble que tengas tiempo para eso…”
“parece que estás aburrido”
"¿no te aburre leer?"
“¿no tienes nada más entretenido para hacer? (como salir, ver televisión)”
 “uy, que eres ocioso…”
Y siempre este tipo de comentarios son dichos con un cierto tono de condescendencia que te da a entender que en realidad eres visto como un bicho raro...
¿Por qué? Por ser “ocioso”. ¡Pero si de eso se trata!.
De  eso hablamos acá, que no se malinterprete. No de perder tiempo sino de ocio, en su sentido más puro, incluyendo la idea de crear y de formar cosas con algo tan único como es nuestra mente, y mejor aún, en el caso del rol, compartimos esa fantasía y creamos algo totalmente único y nuevo… Cito acá la tan mentada wikkipedia (no tengo diccionarios a la vista en mi casa y el RAE, ni hablar), la fuente está aquí:
“Para algunos autores, el ocio fue asociado, al principio, al término griego skholé y al vocablo romano otium. Recuperando el significado de skholé, esta palabra representaba una posibilidad de abstención de las actividades ligadas a la mera subsistencia. Implicaba, necesariamente, las condiciones de paz, reflexión, prosperidad y libertad de tener que realizar las tareas serviles y vinculadas a las necesidades de la vida productiva. Como dependía de ciertas condiciones educacionales, políticas y socioeconómicas, skholé constituía un privilegio reservado a una pequeña parcela de los hombres libres. Para Aristóteles, las personas tenían que aprender a desear el reposo filosófico, pues, es por medio de él que se tornaría posible alcanzar virtudes. [...] Era el otium con dignidad. Por eso, en lo que concierne a las personas comunes, otium significaba descanso y diversión proporcionados por los grandes espectáculos. Esta estrategia hacía referencia a la tradicional expresión “pan y circo” y tenía como finalidad despolitizar al pueblo, reduciéndolo a la condición de mero espectador, evidenciando así el potencial muchas veces alienante de las formas de entretenimiento masivo.” (las negritas son mías)
¿Se dan cuenta de lo poco que hemos cambiado en ese sentido durante los últimos 2500 años? ¿Qué pasó que el ocio sigue siendo algo tan poco “digno”?
Eso es lo que -como comentaba anteriormente- me decepciona a menudo de la gente, que fácilmente opina, critica e incluso devalúa sin siquiera haber probado un simple juego de rol o haber leído a algún autor particular. Es fácil para ese tipo de personas encontrar fome a Tolkien o tratar “La llamada de Cthulhu” como tonterías infantiles, para luego sentarse tranquilamente a comentar lo que está pasando en el reality de moda o los chistes del último capitulo de Morandé con Compañía. Y ojo, están en su derecho de pensar así. Lo que no comparto es que para ellos/as es fácil y cómodo entretenerse con lo que otros les dan servido, ideas chatarra que hacen juego con la comida chatarra que los mismos señores de arriba nos venden.
Es cómodo consumir…
Pero el dicho dice “eres lo que comes”, y en cierto sentido, también somos lo que nuestra cabeza consume…
Cultivar tu propia comida, ese si es todo un trabajo. Y en el caso del rol, la metáfora se aplica plenamente. Crear una partida, un mundo, personajes o criaturas, ideas y emociones, paisajes, toda esa magia, y luego compartirla con otros y hacer que esa semilla florezca es una experiencia única, difícilmente transferible o comunicable, salvo a través de la risa o los rostros emocionados de los que nos sentamos en la mesa a jugar una partida.
 
Como dije en otro lugar, el papel que tienes al frente deja de ser sólo un mapa, ¡es realmente una fortaleza abandonada! Hay trampas, peligro y riesgo… El dragón rojo que la custodia te observa fijamente, con ira… ¡Diablos! Fue un combate terrible y estás herido, pero salvaste a tus amigos… ¡Ah!, por fin has dominado ese conjuro para invocar espíritus elementales… todo eso tiene una validez dulce, mágica, a veces aterradora, pero siempre maravillosa. No puedo sino recordar el prólogo de Aventuras de la Marca del Este, surgido de la pluma de Alex de la Iglesia, que nos dice con fuerza y visceralidad lo potente que es el compartir este tipo de experiencias, cómo te marcan y cuánto te entregan…
Para muchos ese esfuerzo puede parecer estúpido, pero por alguna razón me parece menos estúpido que simplemente tragarme todo lo que la televisión me ofrece. Por alguna extraña razón mi cabeza y mi corazón se niegan a consumir sin pensar, aceptando ideas y sentimientos pre fabricados por otros, que tarde o temprano me llevarán a consumir eso que me quieren vender…...
Sigo intentando jugar, crear, imaginar y simplemente leer. Sigo siendo ocioso, porque algo en ello me hace sentido, y porque se lo debo a mi hija... los libros, manuales, reglas, sistemas, figuras, mapas o cualquier otra cosa sólo son una herramienta al servicio de algo más, propio de lo que nos hace humanos, y ese es el punto central que nos lleva a disfrutar tanto de simplemente jugar una partida con los amigos.
¿Será esa la magia del rol acaso?
Creo que mis amigos de mi grupo de juego estarían de acuerdo, y la verdad, yo también...  

1 comentario:

  1. Excelente reflexión, concuerdo contigo en el valor del ocio, muchas veces subyugado por los discursos institucionales de madures o de control. La verdad es que para mí es vital el ocio junto a la creatividad, son los pilares de mi vida y es lo que me hace ser quien soy :)
    Gracias por compartir tus reflexiones.

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